Son cerca de las dos y media de la mañana y no tengo otra cosa más interesante que hacer que estar indignado.
No se trata de esa indignación con la cual dentro de unos minutos ves a alguien y terminas riendo; sino el tipo de indignación de insultar a cualquiera, por cualquier cosa, e incluso llegar a agredir al peluche que tengo encima de la cama.
Y es que se suman muchas cosas:
- Mañana madrugo (me levantaré a las 11, por lo que, por supuesto, madrugo).
- Mi novia me ha dado varios sorbos de una bebida energética y muy posiblemente me vaya a estar dando vueltas en la cama largo tiempo, aunque por ahora mato los minutos de vigilia escribiendo chorradas como éstas.
- Mañana se toma una gran decisión; un nombre, una identidad que marcará el rumbo de un grupo de amigos y que nos marcará a fuego cuales caballos, por lo que la expectación es máxima y los nervios están a flor de piel (en realidad, eso me la viene soplando, pero es que esta lista se quedaría muy pobre si no añado tontadas de este calibre).
- El puto Ares no me baja una canción, y no entiendo por qué, si tenía tantas estrellitas...
- Un rapero me ha amenazado con cantarme sus cerca de 120 canciones escritas durante su larga vida profesional. Es para acojonarse.
- Me pica la barba. Barba que mañana morirá.
- Y, por último, y más indignante que todo lo anterior junto, es que me ha llegado la maldita factura del maldito teléfono. Debo pagar de este mes anterior cerca de 50 euros, teniendo una tarifa que sólo me obligaba a pagar 20. Con la cara blanca, he buscado rápidamente un teléfono de atención al cliente, para enfrentarme con uno de esos comerciales sudamericanos que muy pocos tienen el privilegio de entender. Por suerte, he llamado y la señorita que me ha atendido, a parte de ser sudamericana, ha sido muy agradable y todo lo que ha dicho ha sido perfectamente inteligible, resolviendo mi malestar y señalándome como único culpable, al ser yo el que haya gastado esa cantidad, y no un "robo" por parte de la operadora, como mi indignación señalaba nada más ver la elevada factura.
Una vez resuelto el caso, le he dado la máxima puntuación, por su amabilidad, y me he puesto a escribir lo indignado que estoy.
Hala.