domingo, 24 de julio de 2011

12 días viviendo sin mamá (Parte final)

Entro en la recta final. Un último sprint que se afronta con cada vez menos fuerzas pero con la alegría de saber que quedan apenas cuatro días para volver a reunirme con mis padres y mi hermana. He ido sintiendo que el sueño de vivir sin padres durante 12 días se ha ido convirtiendo en una pesadilla.

DÍA 9: Me doy cuenta de que las plantas de mi madre están en un estado crítico. Hasta hoy no me había acordado de regarlas. Llevaba sin regar un tiesto desde que tenía… 9 o 10 años. Puede que me vuelva algo filosófico, pero ¿para qué sirve una plana? No te da cariño, no te aporta nada y sin embargo tienes que estar preocupándote de que no se muera. Sale más a cuenta comprar unas de plástico. El mayor problema del día me lo encuentro después de cocinar. El cacharro donde se deposita el aceite después de ser usada se ha llenado. Como no sé qué hacer con ese aceite lo dejo en la sartén, tal y como está. Decisión acertada.

DÍA 10: Empieza a darme asco comer siempre con los mismos cubiertos, platos y vasos y decido limpiarlos poniendo fin al modo “ahorro de energía”. Fregar es algo horroroso. No puedo comprender como en pleno siglo XXI, en una casa donde hay ADSL y televisores de Alta definición se siguen lavando los platos a mano y no tenemos lavavajillas. Horas después de fregar me derrumbo por primera vez, al décimo día. Después de haber estado 20 minutos fregando esos vasos y esos platos seguían estando sucios. Todo el esfuerzo y sacrificio había sido en vano. Y para colmo, tenía que volver a fregar las plantas.

DÍA 11: El perro concentraba toda mi atención. Era el único ser en la casa con quien podía comunicarme. Como premio por su fidelidad, estos días le he dado largos paseos y no me separaba de él en todo el día. He fracasado con la comida yéndome a comer a la casa de mi abuela, con la limpieza después del capítulo de los platos mal fregados, a la hora de comprar en un establecimiento donde trabajo… Con él no. El perro se ha ganado toda mi confianza y mi cariño y creo que he sido un buen dueño para él.

DÍA 12: Me levanto de una cama que no he hecho ni un solo día con una sonrisa en la boca, y es que esta dura etapa llega a su fin. Trabajo a marchas forzadas recogiendo del suelo las bolsas vacías de patatas fritas, envoltorios de chicles y caramelos, ropa limpia y sucia que he ido dejando por la casa… En apenas dos horas mi padre me llamará para que vaya a recogerlos y esta agonía que ha durado 12 días llegará a su fin. No creo que noten suciedad en la casa. Sería una grave puñalada a todo el trabajo que he llevado a cabo durante toda la tarde.

Hay chicos y chicas de mi edad que son capaces de vivir un año entero sin estar sus padres y sin que sean ayudados por una asistenta o los empleados de una residencia de estudiantes. No sé cómo lo hacen. Tengo claro que yo no podría. Ojalá nunca tenga que moverme de mi pueblo para encontrar trabajo porque no sería capaz de vivir sin mis padres más de 12 días. Tampoco entra en mis planes, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo, irme a vivir con una posible pareja dentro de muchos años. Seguro que ella no lo haría tan bien como mi madre.

Te quiero, mamá.

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