sábado, 9 de julio de 2011

Querido policía del otro día

Querido policía del otro día:

Sí, lo sabemos. Sabemos que tenemos los cojones como balones de fútbol, y es quizás por eso que toda la sangre se reúne ahí abajo y no nos llega al cerebro. Si nos llegara algo de sangre al cerebro, éste funcionaría, y no nos colocaríamos a hacer algo ilegal a simple vista, en una carretera donde nos puedas ver, sin posibilidad de huir. Sabemos que fue un insulto a tu inteligencia.
Y digo "tu inteligencia", porque en esos momentos, los pocos que hablamos, lo hicimos de usted, tratándose de un policía de veintipocos años, pero comprende que estábamos tan acojonados que incluso nos volvimos tartamudos. Por eso ahora aprovecho, que estoy en mi casita tranquilamente y con un ventilador dándome de lleno, para hacer justicia y hablarte de tú, que es lo que te mereces.
Es lo que te mereces, porque no es normal que vengas con tu cara de borrachín a quitarnos la bebida. Si más botellones que tú no los hemos hecho entre los que estábamos presentes, golfo. Y encima te acercas a nosotros y nos dices que no podemos estar ahí haciendo eso. Tú tampoco deberías ir por la vida con esa cara y con esos dientes, pero nadie te dice nada porque pasaste un ridículo examen (cuyo temario es tan extenso como la página del teletexto de la programación de La 2) y a un iluminado se le ocurrió darte un porra y una pistola de perdigones.
Lo que hiciste estuvo mal. Tan mal, que creímos perder a un amigo para siempre. Vi en sus ojos un dolor indescriptible cuando rozaste sus botellas de alcohol. Gracias a Dios, y con ayuda de profesionales, se ha ido recuperando poco a poco. Eso sí, pídele al cielo que no te cruces con él de paisano, porque con su alcohol no se juega. Y si tú no olvidas las caras de la gente, él no olvidará la cara de aquél que "nos robó".
Aunque creas que me estoy pasando un poco, la verdad es que no escribo todo lo que debería escribirte. Y no escribo todo lo que pienso, porque en el fondo sé que no nos enviarás esa denuncia. O más te vale no hacerlo, que casi no tengo dinero ni para la bebida energética que me estaba bebiendo cuando decidiste aparecer.
¡Ah, eso! ¡Yo no estaba consumiendo alcohol!
Después de decirte esto, lo único que se te ocurrió decir es que no puedes estar probando u oliendo todas las bebidas... pero, ¡pedazo de perro, si no haces nada útil en toda la noche! Para algo de justicia que podrías hacer, va y dices que no puedes oler 2 míseros vasos.
Como se nota que no te gustaba estudiar, tío. Y te creerás que haces algo útil sentado de copiloto en un coche patrulla quitando la bebida a los jóvenes. Te quedas con nuestra bebida, luego te emborrachas con el cara-tonto de tu amigo y encima te pagan.
Lo tuyo fue suerte.

Bueno, ya voy terminando, amigo policía.
Quiero decirte, de todo corazón que, a pesar de que mis palabras suenen rencorosas, no te guardo ni una pizca de rencor por lo de aquella noche. Hiciste "tu trabajo" (a medias) y nos prometiste que no llegaría esa denuncia que oscilaría entre los 300 y los 1500€ (mi cara y la de mis amigos fue un poema cuando dijiste aquello). Confío en tu palabra.

Reciba un cordial saludo de sus amigos del otro pueblo cercano, aquellos que se quedaron sin beber para que tú te pillases un buen pedo más tarde.

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