lunes, 3 de octubre de 2011

El ataque de los medusos

Señores, señoritas, es un honor para mí informarles de que he descubierto algo. Tras meses y pruebas, investigaciones minuciosas y análisis exhaustivos, tengo el orgullo de sentarme frente a mi ordenador para haceros partícipes del, me atrevería a decir, hallazgo del siglo XXI. Me ha costado bastante llegar a ciertos puntos sobre esta investigación, pero ha merecido la pena el esfuerzo. Además, al principio, todo eran conjeturas que podían deberse a situaciones aisladas.
Ahora estoy seguro: he descubierto una nueva forma de vida. Un nuevo ser.
Lo de "nuevo" es sólo porque el término para definir a estos seres en cuestión es nuevo, pero viven con nosotros, mejor dicho, ENTRE nosotros desde el principio de los tiempos.
Remontémonos al principio de mi investigación:
No hace mucho leí acerca de las medusas, esas criaturas marinas gelatinosas que están compuestas por un 95% de agua y carecen de corazón, cerebro y demás órganos vitales complejos que poseen los seres vivos. Los científicos no encuentran ningún sentido a la vida de estos seres, puesto que no han descubierto ningún bien que hagan a la humanidad o a la naturaleza; sólo nadan, de un lado para otro, cazando con sus tentáculos y picándonos en las playas.
Para más INRI, es el único animal que se está beneficiando del tan famoso cambio climático.

Pues bien, me encontraba yo tomándome un helado cuando pensé: "espera... dicen los científicos que la medusa es el ser más inútil e inservible del mundo... Eso habrá que verlo".
Pues aquí estoy, señores, mostrándoos que no sólo la medusa no es el ser más inútil, sino que existe uno que le da mil millones de vueltas. Los seres de los que hablo viven entre nosotros, tienen apariencia humana; se mimetizan tan bien en el ambiente que podría tratarse de tu hermana o de tu abuela.
Podría ser cualquiera.
Yo los llamo medusos. Sé que no es muy original, que solo cambio una maldita letra, pero es lo que hay.
Se trata de seres rastreros carentes de principios, de moralidad y de bondad. Son mentirosos, despiadados y, sobre todo, egoístas. Quizás ésta sea la característica que mejor los define, puesto que el único motivo que les mueve cada día y que les alimenta es el egoísmo puro y duro; a diferencia de las medusas, que hacen daño para defenderse, éstos decrépitos sociales hacen daño por aburrimiento, por matar el tiempo de algún modo, ya que su repulsiva vida no les depara ninguna actividad que los entretenga aunque sea un rato.
Las medusas, de las cuales deben provenir, son inútiles porque la naturaleza así lo ha querido; sin corazón ni cerebro, su único objetivo es vivir sin más, yendo de aquí para allá en el basto océano. En cambio, los medusos, dotados de cerebro y capacidades muy similares al resto de nosotros, los seres humanos, deberían poder actuar como tales, pero su egoísmo, su falsedad, su egocentrismo, su retraso mental y su mala voluntad se lo impiden, haciendo de ellos "cosas" tan insignificantes como una boñiga de rata.
Pero no os confiéis, no, ni mucho menos.
A pesar de estar muy por debajo de los parásitos en la escala evolutiva, su afán de protagonismo y hostilidad hacia el resto les convierte en alimañas muy peligrosas, capaces de destrozar corazones puros y angelicales.
Si te das la vuelta, sentirás un puñal invisible en tu espalda, puesto que la mentira y el engaño (a la espalda siempre, recuerden) son sus armas más poderosas. Una sonrisa por delante, una mueca de asco por detrás.
Cambiarán mil veces de opinión sólo por salvarse el culo; te dejarán en evidencia delante de quien sea sólo para sentirse aceptado por grupos mayores de medusos. En definitiva, su simple existencia es la que ha hecho de este mundo un peor lugar donde vivir. Y es por ellos por los que la gente se suicida; es por ellos por los que grupos de amigos se separan; es por ellos por los que la desconfianza y la desilusión campan a sus anchas por las destartaladas calles de la humanidad; y es por ellos por los que la gente no es feliz.
Una medusa te pica y te jodes. Un meduso te jode la vida.
Pero, que no cunda el pánico: tengo la cura.
Y es sencilla.
Para acabar con un meduso sólo sirve la más absoluta indiferencia; ser feliz siendo lo que eres, afrontando todo en la vida con decisión, con la cabeza bien alta y siempre de frente. Estando orgulloso de lo que hagas, siempre que lo hagas de buen corazón y ayudando a quien lo necesite.
El meduso tiene dos opciones: o ganar la batalla y destrozarte la vida, o marchitarse con el tiempo y su propia maldad. Y lo bueno es que tú eliges la opción.

1 comentario:

  1. Vayaa, menuda entrada Óscar, me has dejado loca completamente. Se nota que estabas 100% inspirado...

    ResponderEliminar

Blogger Wordpress Gadgets