No creo que sea un problema exclusivo mío el tener una sensación de leve asfixia o un ligero temor cada vez que enchufo la televisión para ver las noticias cada día. El mundo, o mejor dicho, el ser humano ha estado loco, lo está y lo seguirá estando hasta que nuestra querida estrella nos devore o, directamente, devoremos nosotros nuestro propio planeta. Si bien es verdad que en la sociedad en la que nos encontramos, la sociedad de la información, (de control, como otros la llaman), donde permanecemos en continuo contacto con la realidad que nos rodea, lo que ocurre y lo que no deja de ocurrir, los hechos dramáticos que golpean a muchos y la devastación que derriba a otros, se la debemos a nuestra propia evolución, a nuestra inteligencia y a nuestro "espectacular" desarrollo; pensar que el mundo que nos rodea se viene abajo sólo por estar informados de todo lo que pasa es un error, porque cosas malas y personas realmente malvadas han existido desde siempre. La diferencia es que ahora se nos informa de ello, al instante.
Y, sí, no lo niego, a veces me es imposible evitar sentir un escalofrío al escuchar determinadas noticias que pueblan nuestros telediarios, como a todos, supongo.
Esta vez no ha sido para menos.
Sucedió en Alemania, en el pasado mes de noviembre de 2010: un joven alemán de 26 años (por las leyes de privacidad alemanas no se puede saber su nombre; lo han denominado Jan O.) cortó el cuello a una pequeña de tan sólo 14 años, se bebió su sangre y masticó con saña pedazos de su cuello y de su rostro, para saciar un apetito incontrolable sexual. A los cinco días, un chico de apenas 13 años encontró el cuerpo de la joven tirado y destrozado en el bosque, donde le esperaba el mismo cruel destino: el caníbal lo estranguló, creyendo que se trataba de otra niña, al tener pelo largo.
Gracias a Dios (qué estupidez, ¿verdad?, dar las gracias a Dios después de algo así), el caníbal, que también es un alcohólico y toxicómano, ha sido condenado a cadena perpetua (hay que añadir que la fiscalía pedía 15 años de cárcel, ¡con dos cojones!) e irá de cabeza a un psiquiátrico, donde pasará el resto de su asquerosa e indeseable vida.

Aquí tenéis el rostro de esta abominación humana; de este demonio podrido en la tierra, que, mezclando muy posiblemente el alcohol, las drogas, su pasión por el vampirismo y una maldad insospechada, arrebató la feliz vida de dos personas que tendrían millones de aventuras por delante, de años de ilusión y de vivencias, de emociones y de alegrías, que jamás se harán realidad gracias a un desalmado que quiso desahogar su patética vida sexual sobre una niña inocente.
Me hierve la sangre sólo de pensar que haya personas capaces de eso. Desde luego, el tópico de que la realidad supera la ficción se hace una vez más cierto, ya que muy pocos artistas tendrían la mente tan sucia como para crear una criatura semejante en alguna de sus obras.
Desde aquí, España, le envío un mensaje a ese bicho inmundo (y creo que de parte de todos): espero que el destino te devuelva con creces el mal que has hecho, y que acabes tu miserable vida sin nadie a tu lado, vomitando tu propia sangre.
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